Qué es un grupo de oración?
Un grupo de oración es una comunidad de fieles que se reúne a orar una vez o más durante la semana o el mes. Es un grupo de amigos que rezan juntos el Rosario, leen la Sagrada Escritura, celebran la Misa, que se visitan unos a otros e intercambian experiencias de oración. Se aconseja siempre que es mejor que [el grupo] sea guiado por un sacerdote, pero si esto no es posible, que se organicen los encuentros de oración con sencillez.
Los videntes siempre subrayan que el primer y el más importante grupo de oración debe ser la familia y que solamente entonces puede hablarse de una verdadera educación espiritual, que tiene su prolongación en el grupo de oración. El grupo requiere que cada uno de sus miembros sea activo y que aporte su propia contribución espiritual. Solamente así, el grupo puede vivir y Los fundamentos bíblicos y teológicos del grupo de oración se encuentran, ademas de otras fuentes, en la palabra de Cristo: «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» (Mt 18,19-20).
El primer grupo de oración de hecho tuvo lugar en la primera novena de oración después de la Ascensión de Cristo, cuando Nuestra Señora oró con los Apóstoles y esperó en oración a que el Señor Resucitado cumpliera Su promesa enviando al Espíritu Santo, lo que en efecto sucedió el día de Pentecostés (cfr. Hch 2,1-5). Dicha practica la siguió también la Iglesia primitiva, como relata San Lucas en los Hechos de los Apóstoles: «Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones» (Hch 2,42) y «Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo Espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar.» (Hch 2,44- 47 )
Ciertamente existe también una razón sociológica para los grupos de oración, particularmente en el tiempo presente. Todo individuo debe cuidar de su propio crecimiento espiritual, pero en ese crecimiento, debido a la estructura psiquico-física de la persona humana, la comunidad es insustituible. Es importante sobre todo hoy, porque el individuo se pierde fácilmente en el ritmo de nuestros días. El grupo ayuda al crecimiento espiritual, lo corrige y lo inspira. La experiencia de uno enriquece e ilumina la experiencia del otro. Quien permanece solo corre el peligro de crecer sin ningún control. Es más fácil superar cualquier dificultad en el grupo y éstas se transforman en ricas experiencias espirituales. El grupo ayuda a fomentar y dirigir
Los grupos de oración marianos pueden reconocerse fácilmente, gracias a su comportamiento frente a la comunidad parroquial. Es claro que el grupo de oración no es el supervisor litúrgico-pastoral de las actividades del párroco. Y ésta es una gran tentación para los grupos que encuentran dificultades al entrar en comunicación con quien labora en la parroquia y con los sacerdotes, caso no poco común. En efecto, existe una resistencia por parte de muchos sacerdotes que no aceptan los grupos de oración en general y, en particular, aquellos que han surgido de Medjugorje. Si no se tiene cuidado, crece un Espíritu negativo y crítico en los grupos hacia todo lo que es emprendido por el párroco y se alejan y llegan hasta límites extremos, en los que se exponen directamente al peligro de incluso excluirse de la comunidad parroquial. No quisiera entrar en la problemática de la relación entre la comunidad parroquial y los grupos de oración, pero ciertamente quiero hacer énfasis en que un grupo de oración de espiritualidad mariana no debe absolutamente dejarse provocar por nada ni dejarse llevar a límites extremos desde donde es fácil irse a la izquierda o a la derecha o a un sectarismo que, al final, es dañino tanto para la comunidad parroquial como para el grupo de oración.
Si el grupo sucumbe en miedo , no corresponde al Espíritu mariano. María es madre y una madre nunca difunde el miedo ni la ansiedad entre sus hijos, sino que los educa para la paz y la confianza.
Un grupo de oración debe estar en comunión no sólo con el parroco y el personal pastoral, sino que debe ser el alma y el corazón de toda comunidad parroquial. Los grupos marianos, en sí mismos, son las células maternales de cada comunidad parroquial que, viviendo una vida de oración, desarrollan una actividad maternal en la parroquia. De estas células maternales nacen nuevos creyentes con convicción, las familias son renovadas y preservadas, los jóvenes son educados, las vocaciones religiosas se fomentan, se desarrollan actividades en todos los ámbitos, tanto en el litúrgico-pastoral como en obras de caridad para hacerse cargo de los ancianos, los enfermos, los olvidados y los encarcelados. Todo esto se expresa en palabras del Papa Juan Pablo II en su encíclica de 1995, El Evangelio de la Vida, en cuanto a que debemos respetar, proteger, amar y servir a la vida, !toda vida humana! (cfr. no. 5). Los grupos marianos, como células maternales de la parroquia, funcionan de acuerdo a los criterios expresados por Jesús y que San Mateo recogió en el Capítulo 25,31-46, donde una cosa resulta totalmente clara: que todas las oraciones, ayunos, misas y confesiones deben servir al desarrollo del amor hacia cada persona y el valor de servir a todos. Un Espíritu y un corazón maternal reconocen las necesidades de sus hijos y reaccionan incansable e invenciblemente ante dichas necesidades, que van más alla de cualquier regla o estipulación.
Hoy, grupos así en la Iglesia moderna seguramente traerán una auténtica renovación de la vida cristiana y mostrarán su verdadero rostro que está en peligro de ser
Si hacemos un breve recuento de las actividades que sabemos que Nuestra Señora pidió de los grupos de oración en Medjugorje, podemos decir que, primero que nada, es una decisión fundamental por la oración diaria y la participación en la Santa Misa, la confesión mensual, convertirse en testigos y ser activos en la parroquia. Antes de la Navidad, Ella pidió al grupo que hiciera una obra buena. Ellos asistieron a los ancianos y visitaron a los enfermos y débiles, ayudaron a familias pobres a reparar sus casas, prepararon leña para el invierno y otras cosas similares.
A nivel espiritual, Ella nos pide, adicionalmente a los encuentros de oración semanales, organizar también retiros , salir a la naturaleza y hacer varios ejercicios espirituales.
Las reglas para los grupos de oración de Medjugorje que pueden resumirse de los mensajes son:
1. Renunciar a todo y abandonarse completamente a Dios, creyendo que todo lo que sucede se transforma para bien;
2. Invitar a los jóvenes a participar en los grupos de oración;
3. Renunciar a cualquier miedo y angustia porque estando abandonados en Dios, no hay lugar para ningún miedo;
4. Amar a los enemigos y desterrar del corazón cualquier odio, amargura o juicio;
5. Ayunar dos veces por semana;
6. Participar en el grupo al menos una vez por semana;
7. Decidirse a orar tres horas al día, incluyendo la oración matutina y vespertina, la participación en la Misa, recibir la Sagrada Comunión, la adoración y extender el Espíritu de oración a cada día de la semana;
8. Orar por los obispos y todos los que tienen autoridad en la Iglesia;
9. Decidirse a permanecer en el grupo por cuatro años y aprovechar ese tiempo para madurar personalmente y, por esa razón, no tomar nuevas ni fundamentales decisiones en la vida;
10. Tener un sacerdote en cada grupo.
A través de Jelena, el 25 de Abril de 1983, Nuestra Señora dio este mensaje: «Digan a mis hijos e hijas que mi Corazón arde de amor por ellos. Sólo busco la Conversión .
MENSAJE DEL 25 DE NOVIEMBRE DE 1994.
«!Queridos hijos!
Hoy los invito a la oración. Yo estoy con ustedes y los amo a todos. Soy su Madre y deseo que sus corazones sean semejantes a mi Corazón. Hijitos, sin oración ustedes no pueden vivir y decir que son míos. La oración es gozo. La oración es lo que el corazón humano desea. Por eso, hijitos, acérquense más a mi Corazón Inmaculado y descubrirán a Dios. !Gracias por haber respondido a mi llamado!
Fr. Slavko Barbaric, 1996